Con un estilo de vida casi completamente acuático, el sapo de Suriname puede permanecer bajo el agua por hasta una hora sin salir al aire. A medida que esta especie se camufla contra el barro oscuro de su hogar acuático, sus ojos pequeños pero situados hacia arriba pueden ver en todas las direcciones, permitiendo que el sapo de Suriname detecte y evite los depredadores.
El sapo de Suriname utiliza órganos sensoriales en forma de estrella en los extremos de los dedos para detectar comida, que luego recoge en su gran boca abierta usando sus patas delanteras o aspirando en el presa.
Una de las características más destacables de este sapo es su sistema de cría inusual y bastante elaborado. El apareamiento en esta especie comienza poco después del comienzo de la estación lluviosa, la hembra pone entre tres y diez huevos, estos ruedan sobre la espalda blanda y esponjosa de la hembra, a la que se adhieren. Al mismo tiempo, el sapo masculino fertiliza los huevos. Este proceso se repite hasta 18 veces, con un total de entre 60 y 100 huevos.
Después de que el último huevo ha sido puesto la piel de la sapo femenino comienza gradualmente a hincharse y crecer alrededor de cada huevo, eventualmente engullendo por completo los huevos (foto de arriba). Cada huevo se encuentra en su propio bolsillo, conocido como una bolsa de incubación, cubierta por una tapa córnea, que le da al sapo de Suriname una apariencia de panal.
El desarrollo larvario de los juveniles, que se metamorfosean de renacuajos a sapos, ocurre completamente dentro de la bolsa. Después de incubar dentro de las bolsas durante entre tres y cuatro meses, los sapos jóvenes eclosionan por erupción a través de la piel de la espalda de la hembra.
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